Suelo Radiante
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Suelo Radiante: Tipos y precios
El suelo radiante es un sistema de calefacción de inercia térmica lenta que se usa desde el siglo I antes de Cristo. La termodinámica del suelo radiante es simple: una red de tuberías calienta el pavimento que ejerce, como emisor de calor.
El suelo radiante aporta al usuario ventajas, como el ahorro en calefacción y el nivel de confort, porque la temperatura se reparte de forma uniforme por el ambiente. En ciertas situaciones, el sistema también funciona con agua fría para refrigeración en los meses cálidos.
Los radiadores tradicionales, además del mayor gasto en combustible, generan un movimiento de convección que dispersa el polvo y otras partículas perjudiciales para personas con asma y alergias. En cuanto a la salubridad del aire, la menor temperatura de funcionamiento del suelo radiante evita los movimientos convectivos y no reseca el ambiente.
- Cuando resulta imposible usar el suelo, como en edificios con pavimentos históricos, el sistema radiante puede instalarse en paredes y techos.
¿Qué es y cómo funciona el suelo radiante?
La calefacción de suelo radiante y los radiadores tradicionales funcionan de forma similar: el agua caliente que produce una caldera recorre por un circuito de tuberías, pero ambos sistemas distribuyen el calor de forma diferente.
El sistema con radiadores se basa en el principio de transmisión de calor por convección y en parte por radiación. La convección es el movimiento del aire que se produce cuando el aire caliente sube y el aire frio desciende hacia el suelo. La circulación natural de aire transmite el calor por todo el volumen del edificio.
El suelo radiante funciona por radiación. La radiación son ondas electromagnéticas que emiten los cuerpos calientes: a mayor temperatura y superficie del objeto, mayor irradiación. Los sistemas radiantes pueden integrarse en las paredes y techos para calentar el ambiente a través de las superficies involucradas. El sistema radiante maximiza la superficie de radiación comparado con los pequeños radiadores y, además, requiere temperaturas de funcionamiento significativamente más bajas.
Elementos principales del suelo radiante por agua caliente
Una instalación típica de suelo radiante por agua cuenta con los siguientes elementos:
- Primero, una base de film de polietileno aísla de la humedad el piso y los elementos de calefacción. Se complementa con una cinta perimetral que previene las dilataciones del suelo contra las paredes.
- Sobre el film se instala una capa de porexpán que sirve como aislante térmico y soporte de fijación para los tubos por donde circula el líquido.
- Cada circuito de 100 metros lineales de tubos empieza y termina en una caja de colectores. El colector del suelo radiante es el elemento donde se alojan sistemas de regulación y de control de caudal. Los sistemas facilitan el control individualizado de la temperatura de cada habitación, y son compatibles con aplicaciones móviles.
- Se cubren los tubos con una capa de mortero autonivelante y, tras el secado, se instala el revestimiento. El más aconsejable para la transmisión térmica es el pavimento de gres, aunque el sistema es compatible con otros materiales, incluso la mayoría de los parqués.
Suelo radiante eléctrico
El suelo radiante eléctrico funciona por el mismo principio termodinámico que el de agua caliente y ofrece idénticos beneficios. La diferencia entre ambos sistemas radica en que, bajo el pavimento del suelo eléctrico, en vez de tuberías se instalan, según el modelo:
- Un cable o una malla calefactora embebidos en un material conductor.
- Un folio calefactor seco que no necesita precisa cemento y se instala directamente bajo la tarima.
La instalación de suelo eléctrico resulta más económica que el sistema por agua caliente. El consumo varía en relación a si se usa, como calefacción principal (entre 60 y 120 W/m²), o como calefacción auxiliar o suelo templado (150 W/m²). Esta modalidad se instala en zonas puntuales de la casa, como en suelo junto a la ducha.
¿Consume menos energía el suelo radiante por agua caliente? Sí. En una comparativa entre ambos, la energía necesaria para calentar el líquido es menor que la usada para calentar una resistencia eléctrica. El sistema por agua, siendo una instalación más costosa, gasta menos electricidad. Sin embargo, hay que considerar que el suelo eléctrico es un sistema idóneo en ciertas situaciones, como calefacción auxiliar o para concentrar el calor en puntos concretos de una estancia, y su consumo es inferior a sistemas tradicionales, como la calefacción eléctrica.
- Para optimizar al máximo el consumo, el usuario del suelo radiante eléctrico puede contratar una modalidad de tarifa plana u otra oferta de luz que coincide con su perfil de consumo, como las que ofrecen grandes energéticas (Endesa, Iberdrola, TotalEnergies, Naturgy y Repsol), y las empresas de reciente aparición en el mercado (como Alterna, Bulb y Podo).
Cómo ahorrar con el suelo radiante
Desde un punto de vista teórico, la elección del sistema de suelo radiante por agua en lugar de los radiadores clásicos supone una mejora significativa en términos de ahorro energético.
Un radiador tradicional necesita cierta diferencia de temperatura entre el ambiente y el radiador. El agua del interior de los radiadores debe alcanzar unos 70 °C, mientras que la temperatura de impulsión para suelos radiantes ronda los 35 °C. El suelo radiante es un sistema que actúa sobre una superficie muy extensa de intercambio de calor, funciona a baja temperatura y requiere menor gasto de combustible por parte de la caldera.
Respecto a los costes del sistema, dependiendo de la marca y la tecnología de suelo radiante, el desembolso para el usuario final ronda los 60 €/m². La inversión dobla el precio de un sistema de calefacción por radiadores de aluminio, pero el retorno económico se obtiene desde el principio:
- El sistema radiante necesita un generador de calor la mitad de potente y más económico.
- El sistema de funcionamiento del suelo radiante exige menos potencia y gasto en combustible. Por ejemplo: con un sistema radiante, a una temperatura de 17 ° C, se obtiene el mismo confort que se logra con un sistema tradicional a 23 ° C.
- Las aplicación de nuevas tecnologías de energía sostenible y autoconsumo, como energía solar, geotermia, biomasa o aerotermia con el suelo radiante, alcanzan su máxima eficiencia.
- Los materiales usados en el sistema de suelo radiante no precisan mantenimiento y tienen una larga vida útil.
- El suelo radiante dispone de sistemas de regulación que mantienen constante la temperatura ambiente durante los meses fríos. El gasto energético resulta más eficiente y barato que en un sistema de radiadores, que primero deja enfriar la casa y luego funciona al máximo para calentarla (dependiendo de la calidad del aislamiento) invirtiendo un 30% más de potencia.
- Respecto a los sistemas de calefacción eléctrica, la multinacional del bricolaje Leroy Merlin, estima que el suelo radiante por agua ofrece un ahorro energético entre un 10 y 20%.
¿Calefacción con suelo radiante o radiadores?
Cuando se comparan los datos, el suelo radiante supera a los radiadores tradicionales en términos de eficiencia energética, calidad del aire, salubridad y confort. Sin embargo, la idoneidad de un sistema depende, entre otros factores, de las características del inmueble, si la calefacción será principal o auxiliar, o las necesidades energéticas de los habitantes de la casa.
- ¿Residencia habitual, o segunda vivienda? El suelo radiante es un sistema diseñado para trabajar a baja potencia las 24 horas del día. No resulta rentable si lo instalas en una casa que sólo ocupas en vacaciones, a menos que puedas programar el sistema y encenderlo de forma remota cierto tiempo antes de usar la vivienda. El rango temporal del encendido previo depende de la zona climática donde se ubica el inmueble.
- ¿Es para una reforma o para una obra nueva? En el caso de una reforma del inmueble, resulta necesario evaluar la eficiencia del aislamiento térmico del edificio para, si se da el caso, eliminar los puentes térmicos y otros desperfectos de la envolvente. Si en una rehabilitación no se solventan los defectos del aislamiento térmico, el suelo radiante pierde eficiencia: a pesar de ofrecer grandes superficies de intercambio de calor, no calentará de forma correcta, el usuario deberá subir la temperatura y perderá la ventaja de ahorro energético.
- Cuando se trata de una obra menor en una parte del inmueble, es factible instalar suelo radiante en la zona rehabilitada, como calefacción auxiliar. Por ejemplo, suelo templado o folio eléctrico en un cuarto de baño renovado.
- En obra nueva, necesitan evaluarse en conjunto el sistema de calefacción y la calidad de la envolvente del edificio. Sólo un aislamiento térmico eficiente garantiza la eficiencia del sistema de suelo radiante.
- La temperatura del suelo radiante tiene un límite. Las regulaciones técnicas (UNI EN 1264) establecen valores máximos de temperatura superficial para sistemas radiantes de 29 ° C para pisos y techos, y 40 ° C para paredes. La severidad del clima de la zona (y la calidad del aislamiento) determina si subir la temperatura del suelo aporta el debido confort, si hay que añadir paredes y techos radiantes, o si se necesita el apoyo de radiadores convencionales o eléctricos.
Aplicaciones urbanas del suelo radiante
- Las calles comerciales con suelo radiante mantienen la afluencia de clientes durante los meses fríos.
- Los estadios deportivos con suelo radiante bajo el terreno de juego previenen que el hielo detenga las competiciones.
- Los aeropuertos con suelo radiante bajo las pistas facilitan que los vuelos operen sin problemas por placas de hielo.
En latitudes más extremas, como en Islandia, la presencia gran actividad geotérmica implica que la instalación de suelo radiante no necesita comprar energía para operar, y su costo de mantenimiento es mínimo.
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